Un día cualesquiera
Al amanecer olía a hierba recién cortada. Las vacas estaban felices en la cuadra esperando ansiosas que alguien abriera el portón. Cayeron cuatro gotas que no asustaron a nadie y empezó el trajín en el valle. Era día de escuela al aire libre con los mayores, a la orilla de la laguna debajo de las higueras. Se desayunó al gusto sin prisa ninguna. Además de los higos había zumos, leches, cafés, cacaos, frutas, madalenas, medias lunas, mieles y mantequillas. Era preceptiva, aunque no totalmente obligatoria, para toda la población, incluidos los más pequeños, media hora de trabajo al día. Los drones ya zumbaban empacando la hierba y según la constatación electrónica la enferma más grave del concejo había mejorado significativamente en las últimas horas. Según la estadística más avanzada no debería haber muertes en los meses siguientes. Todo estaba tranquilo. Bajo un sol cariñoso las chiquillas y chiquillos se bañaban en el río con gran jolgorio y algunas adultas y adultos nadaban por ...