Boomer Simpson y los derechos LGTBIQ+

 

Para Boomer Simspson, anclado en el siglo XX y ya con problemas cognitivos, como el que suscribe, acostumbrado a contestar preguntas que nadie le ha hecho, es difícil entender la polémica sobre el Q+ desatada en el congreso del PSOE. Se supone que la cosa va de defender derechos. Excluir a un colectivo, el que sea y por lo que sea, de esos derechos que se piden para los demás, no se entiende. Para quienes no están al día de los pormenores en las diferentes posturas y se asoman a la cuestión como espectadores ignorantes, la discusión acaba en extrañísimos ejemplos de aprovechamiento indebido de baños, beneficios penitenciarios o de problemas en competiciones deportivas. La competencia, la competitividad, ganadores y perdedores. Jerga del mercado o de ese gran mal que es el deporte de competición. El feminismo defiende sus derechos, como toca, y otros colectivos los suyos, como es lógico. Parece ser que hay puntos de confrontación. Las feministas, que no se muy bien quien ha dado en llamar clásicas, término que suele oponerse, por lo menos en el diccionario, a modernas, mantienen que sus luchas se opacan y sus derechos se ven afectados. Las modernas, manteniendo la terminología en uso, lo niegan. Parece que detrás, o delante, como casi siempre, están los hombres cishetero, que podríamos, como solemos hacer, usar los derechos de los/las/les demás en beneficio propio. Luego, a vista del simplísimo Boomer, el problema es masculino o machuno. Entonces, un suponer, si las feministas de ambas tendencias, y las gentes variopintas del LGTBIQ+, no se equivocaran de enemigo, al que conocen muy bien, podrían centrar sus esfuerzos en aumentar derechos en cualquier caso y pasar la factura a Boomer Simspson, que los tiene todos y +. Qué pague o no, ya es otro cantar. El cantar de los cantares.

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