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Mostrando entradas de julio, 2025

Caldo de Carvalho (I) Nada quedó de abril

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         En la playa del Albir junto al mar, con la brisa y el olor a tostadas, lo tiene todo hecho. Mató gente en momentos de amor y barro. Ha vivido con miedo a una vejez sórdida, a la muerte no. Quiso jubilarse con dinero suficiente en la caja de ahorros como para que, llegado el caso, le limpiaran el culo con una sonrisa. Cumplidos muchos más años de los que esperaba, no quiere morir rodeado de comisionistas. Le quedan algunas personas, pocas, y un deseo, no perder la memoria; “La memoria y el deseo, alcahuetas de la ocultación del rostro verdadero de la muerte”. Volver, reordenar el pasado, es su última ocupación. Busca cuentas sin cuadrar antes de pagar la factura de los muertos y apagar la luz. El primer recuerdo de su infancia, en el distrito V de Barcelona, el barrio Chino, es un bulto en el suelo entre la calle Botella y la calle de la Cera: “—¿Borracho? —No, muerto. El cadáver del hijo de los verduleros, a los que a veces apaleaban por vender sin perm...